En el cap. XXVI De Pas y Ana se reconcilian y, en compensación, Ana le promete que saldrá
descalza como penitente en la procesión de la Semana Santa (con esto el
Magistral pretende mostrar a sus enemigos que no ha perdido autoridad sobre
Ana). Después de la experiencia del Viernes Santo, Ana sufre una nueva
enfermedad. Para su recuperación, Mesía sugiere al Marqués de Vegallana
que Ana pase una temporada en su finca. De esta manera Mesía podría quedarse a
solas con ella. En el cap. XXVIII sucede algo fundamental para el desenlace de la historia. En uno de los paseos por la finca de
los marqueses, Ana y Mesía, que caminaban separados del grupo se ven
sorprendidos por una tormenta y se refugian en una cabaña. Álvaro aprovecha la
ocasión para declararle su amor. Pasan todavía unos días hasta que Ana, después
de ésta declaración de amor, se convierta en amante de Mesía.
Ana y Mesía ya amantes se encuentran
casi a diario en el dormitorio de Ana (algo que no debe sorprender pues ella y
su marido no dormían juntos). Mesía pasa cada noche y antes de que se despierte
el marido escapa por el balcón sin levantar sospechas. Petra la criada de los
Quintanar, es la primera en saber que Mesía está todas las noches en la
alcoba de la Regenta haciéndole el amor, y decide contárselo al Magistral. Lo
hace porque odia a Ana y porque desea trabajar en casa del Magistral y piensa
que así conseguirá sus propósitos. De Pas, dolido por los celos, quiere
vengarse, se siente humillado, como si fuera a él a quien están engañando. Le
gustaría asesinar con sus manos a Mesía, pero es un cura y no puede hacer nada,
por eso, con la colaboración de Petra, idea el modo de vengarse: Don Víctor se
levanta todos los días a las siete de la mañana para ir a cazar, pero Petra
debía adelantarle el despertador una hora de este modo vería como Mesía
abandonaba la alcoba de Ana.
En el Cap. XXX (final de la novela), el plan
funciona. Quintanar se despierta antes y aunque descubre a los amantes,
se marcha de caza como tenía pensado ese día. Sin embargo, al volver a
casa, Fermín De Pas lo espera y lo convence para que defienda su honor en duelo
con Mesía. Álvaro es un cobarde y no quiere “batirse en duelo” de pistolas.
Además Quintanar es muy buen tirador, uno de los mejores de Vetusta. El marido
de Ana tampoco quiere el duelo ni matar a Álvaro. Los dos luchan por las
presiones de los demás. En el duelo, por casualidad Mesía mata al marido de
Ana. Mesía huye a Madrid y escribe a la Regenta una carta que le deja aún
más abatida y sólo.
La Regente termina aislada, señalada
por la sociedad como adultera y causante de la muerte de su marido. La novela
se cierra con un último encuentro, del todo desgarrador, entre Ana y Fermín en
la catedral (los fragmentos 3, 4 y 5 recogen estos momentos finales de la
obra)
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