lunes, 26 de mayo de 2014

El Estudiante de Salamanca.

En 1840 se publicó El Estudiante de Salamanca de José Espronceda,  un cuento lúgubre, más bien un poema de carácter narrativo, escrito en verso que constituye una de las obras cumbres del Romanticismo español.

Esta poema es precursor a Don Juan Tenorio de Zorrilla, se nos presenta  al héroe Don Félix bajo la concepción de Don Juan, tanto Félix como Don Juan tienen en común su físico, su audacia, cinismo…
Como obra romántica en ella se perciben rasgos típicos de esta corriente; todo el espacio de la obra se corresponde con lo misterioso, tétrico… pero lo que más interesa es una de los principales ideales de los románticos: el sentimiento de rebeldía y ansia por la libertad. Esta característica es la que nos va a permitir relacionar el tema de la fe con esta obra.

En primer lugar porque la insatisfacción  ante la realidad que tienen los románticos engendra la rebeldía contra lo establecido; al igual que el nuevo sentimiento de libertad también es producto de la nueva concepción del yo. Por lo tanto rechazan la religión, al igual que rechazan a Dios como ser supremo, puesto que no se sienten atados a ninguna fuerza superior, sino independientes y libres en el mundo que les rodea.
En esta obra podemos encontrar los siguientes elementos románticos: la recreación de un ambiente nocturno y tenebroso presentando tinieblas, noches oscuras, ataúdes… el gusto por lo misterioso, fantasmal… incluso vemos el tema del satanismo.  El protagonista Félix es un personaje antisocial,  y precisamente no destaca por su donjuanismo sino por su satanismo. Y el retrato temerario de Don Félix, caballero que acaba de matar a alguien y que descubre una figura fantasmagórica frente a la que no siente miedo, y a la que se siente capaz de enfrentar. Si comparamos el personaje de Don Félix con el Don Juan Tenorio de Zorrilla, siendo dos personajes muy parecidos en sus hábitos y concepción narrativa, observamos que Zorrilla le salva gracias al amor de Doña Inés; aquí a pesar de que hay reminiscencias aún del amor por parte de Doña Elvira, don Félix se condena por su obstinación. El tema es propio también del Romanticismo, el amor más allá de la muerte, es uno de los motivos que mueven la narración del poema.


 En conclusión, casi toda la escena tiene un colorido romántico efectista: la noche y el misterio sobrenatural que impregna toda la obra. En general, es un poema lleno de énfasis; ya desde el punto de vista retórico encontramos: profusión de adjetivos, simetrías, yuxtaposiciones,  oraciones largas y complejas, hipérbaton, aliteraciones, enumeraciones, epítetos… todo ello hace que entre el contenido y la forma haya un gran paralelismo; esto se refleja en sobre todo en los monólogos del mismo protagonista. Con respecto a la métrica es propia del Romanticismo, ya que prevalece la polimetría.

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