En 1840 se publicó El Estudiante de Salamanca de José
Espronceda, un cuento lúgubre, más bien
un poema de carácter narrativo, escrito en verso que constituye una de las
obras cumbres del Romanticismo español.
Esta poema es precursor a Don Juan Tenorio de Zorrilla, se
nos presenta al héroe Don Félix bajo la
concepción de Don Juan, tanto Félix como Don Juan tienen en común su físico, su
audacia, cinismo…
Como obra romántica en ella se perciben rasgos típicos de
esta corriente; todo el espacio de la obra se corresponde con lo misterioso,
tétrico… pero lo que más interesa es una de los principales ideales de los
románticos: el sentimiento de rebeldía y ansia por la libertad. Esta
característica es la que nos va a permitir relacionar el tema de la fe con esta
obra.
En primer lugar porque la insatisfacción ante la realidad que tienen los románticos
engendra la rebeldía contra lo establecido; al igual que el nuevo sentimiento
de libertad también es producto de la nueva concepción del yo. Por lo tanto
rechazan la religión, al igual que rechazan a Dios como ser supremo, puesto que
no se sienten atados a ninguna fuerza superior, sino independientes y libres en
el mundo que les rodea.
En esta obra podemos encontrar los siguientes elementos
románticos: la recreación de un ambiente nocturno y tenebroso presentando
tinieblas, noches oscuras, ataúdes… el gusto por lo misterioso, fantasmal…
incluso vemos el tema del satanismo. El
protagonista Félix es un personaje antisocial,
y precisamente no destaca por su donjuanismo sino por su satanismo. Y el
retrato temerario de Don Félix, caballero que acaba de matar a alguien y que
descubre una figura fantasmagórica frente a la que no siente miedo, y a la que
se siente capaz de enfrentar. Si comparamos el personaje de Don Félix con el
Don Juan Tenorio de Zorrilla, siendo dos personajes muy parecidos en sus
hábitos y concepción narrativa, observamos que Zorrilla le salva gracias al
amor de Doña Inés; aquí a pesar de que hay reminiscencias aún del amor por
parte de Doña Elvira, don Félix se condena por su obstinación. El tema es
propio también del Romanticismo, el amor más allá de la muerte, es uno de los
motivos que mueven la narración del poema.
En conclusión, casi
toda la escena tiene un colorido romántico efectista: la noche y el misterio
sobrenatural que impregna toda la obra. En general, es un poema lleno de
énfasis; ya desde el punto de vista retórico encontramos: profusión de
adjetivos, simetrías, yuxtaposiciones,
oraciones largas y complejas, hipérbaton, aliteraciones, enumeraciones,
epítetos… todo ello hace que entre el contenido y la forma haya un gran
paralelismo; esto se refleja en sobre todo en los monólogos del mismo
protagonista. Con respecto a la métrica es propia del Romanticismo, ya que
prevalece la polimetría.
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