El
poema que vamos a comentar es obra del escritor español, José Cadalso (Cádiz,
1741-Gibraltar, 1782). Inició su producción literaria con dramas de corte
neoclásico y con sátiras contra la pedantería de ciertas clases sociales. Siguiendo
en la misma actitud crítica, próxima al espíritu de la Ilustración, escribió su
obra más famosa, las Cartas marruecas (1789), inspirada en las Cartas persas de
Montesquieu.
El tema
principal del poema es la desesperanza, el desconsuelo del autor en su vida,
todo expresado en una atmósfera tétrica y lúgubre, siempre durante la noche,
aunque a su alrededor se manifieste todo lo contrario, un ambiente primaveral
que invita a contagiarse de optimismo, de fe y de entusiasmo, pero como deja
entrever Cadalso, el orbe no consigue renacer su quebrado espíritu que perece
en el recuerdo de su amada María Ignacia Ibáñez, personificada en Filis,
personaje femenino de la mitología griega.
En
primera instancia, el poeta nos introduce en un ambiente cálido, pero a la vez
hostil, arrojándonos hacia un mundo de desasosiego, donde la falta de fe lo
arroja hacia un mundo desabrido, en el que todo sobra y ella falta, en el que
los sentidos se ven mermados por la ausencia de su amada, ni siquiera Dios, ni
la llegada de la Primavera podrán hurgar en la caverna donde habita su
esperanza, en el que el devenir de los elementos naturales no calman la
angustia que sufre el amado, y aunque la primavera se asome a su mundo,
con su peculiar alboroto, con ese rumor de catarata, con su temporal que
alivia desiertos, no consigue disipar la neblina que empaña a su alma, ya que
el recuerdo hace de vendas en sus ojos.
Para una mejor apreciación podemos
aludir a dos obras del Siglo XVIII que nos ayudaran a discernir los
diferentes enfoques que presentan cada uno de los autores en sus respectivas
obras. En primer lugar, haremos una breve mención a la Oda
V "De La Primavera", de Juan Meléndez Valdés, amigo de Cadalso y
Jovellanos. En esta obra
escenifica la llegada de la primavera, y al contrario que su amigo José
Cadalso, nos expresa la vitalidad que atesora la misma, sin revocar a la fe de
vivir y aprovechar lo que nos ofrece la naturaleza y Dios, a pesar del incierto
paso irrevocable del tiempo. En segundo lugar, José María Blanco-White con su
obra "Una tormenta nocturna en alta mar", nos introduce en un paraje
algo hostil, hablamos de un barco que al adentrarse en alta mar se halla sorprendido
por el majestuoso poder de la naturaleza, donde el autor se dirige a Dios como
si fuese el artífice de dicha emboscada, y encomendado a su fe,
asume su pesar. Todo lo contrario, como dijimos anteriormente, sucede en la
obra de Cadalso, que rechaza y se evade de la fe, encomendándose a la
sinrazón de desvencijar su interior, y a pesar de ver germinar a la primavera
de la tormenta, no consigue asumir la perdida de María Ignacia, su gran
amor.
En definitiva, el autor no asume la cesación definitiva de la vida, y se empeña en derrocar a la fe con una actitud abocada al desconsuelo y a la angustia, retenido dentro de una burbuja que acoge sentimientos vanos que adormecen el mundo que le brinda la naturaleza.
0 comentarios:
Publicar un comentario