domingo, 22 de junio de 2014

La regenta

             El fragmento que vamos a comentar se sitúa en el capítulo XXVI perteneciente al tomo II. Este texto trata sobre la próxima aparición de Ana Ozores en la procesión del día siguiente. Al principio tenemos conversaciones entre algunos personajes y gracias a ello nos enteramos del tema del fragmento. Al final de este, vemos cómo Ana Ozores se arrepiente en última instancia de ir descalza detrás del paso, exponiendo delante de todos que es una pecadora y por ello tiene que hacer ese sacrificio. El magistral, por su parte, se siente que va a ganar su respeto en Vetusta y va a triunfar sobre sus enemigos. El origen de la ofrenda de Ana Ozores, proviene de una proposición que le hizo el magistral para expurgar todos sus pecados de deseos amorosos e impulsos sexuales reprimidos. Claro que a esto hay que añadirle el suceso en el baile de carnavales, donde Ana se desmayó en los brazos del supuesto “Don Juan  Tenorio” de vetusta, Álvaro Mesía, principal rival de don Fermín.
                La abundancia de diálogos nos permite ver cómo comenta esta noticia el resto de la aristocracia, con críticas, envidias (“La envidia crecía en su pecho”), una burguesía donde predomina la falsedad entre sus componentes ya que en su mayoría son amigos de la Regenta. Clarín, mediante el diálogo también, hace una descripción detallada de la indumentaria que llevará la regenta para el evento; el color del traje, el material, la túnica, el calzado…Esto es una característica clara del realismo. Por último, los diálogos tratan de retratar de forma más fiel el idiolecto de los personajes, de forma que usa un vocabulario propio a su cultura y modo de expresión.
                El narrador que usa la tercera persona introduce el monólogo interior gracias al estilo libre indirecto que, como ya sabemos, tiene el verbo omitido referido a sentir, percibir y pensar, y reproduce lo más íntimo de los personajes. Este análisis psicológico de los personajes es de influencia de la novela rusa que se asienta en España sobre 1890. Por ello, a Ana Ozores, que dentro de toda su seria personalidad, la vemos que también piensa en su marido y se compadece de él;  ¿No iba a estar en ridículo aquel marido que tenía que ver a su esposa descalza, vestida de morado, pisando el lodo de todas las calles de la Encimada […]?” Mientras que en don Fermín vemos una actitud no apropiada para un clérigo que supuestamente defiende la justicia del mundo, el amor al prójimo y nunca el odio a sus enemigos; “¡El miércoles el entierro del ateo convertido, el viernes el entierro de Cristo, y en ambos él, don Fermín triunfante, lleno de gloria, Vetusta admirada, sometida, los enemigos tragando polvo, dispersos y aniquilados!”. Quizás reflejo este de la corrupción de la Iglesia.
                Hay marcadores de tiempo y espacio; “El jueves santo” y Vetusta, Zaragoza, iglesia de San Isidoro y también alusiones históricas, se menciona a los fariseos.  Por otro lado, el tiempo de la obra coincide con el real. Era el momento de la Restauración con el partido turnista de liberal y conservador, la Iglesia había recuperado el poder perdido en la Primer República…Este poder de la Iglesia puede verse en la obra.

                Por último, comentaremos algunos rasgos que hacen a la obra realista. Hay intertextualidades; cuando Quintanar cita los versos  poéticos “¡No podrán vencerme/y me vencieron!”. Escenas típicas costumbristas como es la noticia que va de voz en voz o tradiciones como es la procesión de Semana Santa. Se instaura dentro del naturalismo también porque refleja a seres hasta ahora marginado en la literatura; la protagonista es una mujer. Y, finalmente, esa ironía típica de Clarín que vemos en el destino o en lo trágico; Ana se labra su propio futuro, corre hacia lo que será su desgracia; va a asistir a la procesión y ello le causará enfermar y que tenga que dejar Vetusta por un tiempo. 

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